Importación y exportación por formas de gestión no estatal: Cuando el tiempo es la clave

En agosto de 2020 los negocios no estatales en Cuba recibieron por primera vez el autorizo para realizar operaciones de comercio exterior, de la mano de una empresa estatal. La decisión, se dijo, respondía a la urgencia de añadir esfuerzos para impulsar la economía y enfrentar la crisis generada por la covid-19. Dos años después, hay miles de contratos firmados y experiencias que indican la necesidad de flexibilizar pasos, ganar agilidad y abrir nuevas posibilidades.

A juicio de Vivian Herrera Cid, directora general de Comercio Exterior del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, “la medida ha sido positiva y ha tenido avances”, con la firma de 15 497 contratos por formas de gestión no estatal (dígase trabajadores por cuenta propia, cooperativas, mipymes, entre otros actores), que totalizan poco más de 300 millones de dólares.

No obstante, señala que ha habido demoras en los procesos. “Esta posibilidad se comenzó a implementar en plena pandemia, con un recrudecimiento del bloqueo en el peor escenario, una situación financiera complejísima y una crisis logística del transporte internacional sin precedente en la historia.

“Todo ello impide que las mercancías lleguen en tiempo. Además, hay una subida de precios de estas operaciones, como consecuencia de la disminución de los viajes y del abarrotamiento de los puertos de origen. Es la primera vez que veo una crisis tan grande y tan sostenida”, comenta Herrera Cid, con casi 40 años de experiencia en el comercio exterior.

Ante esas circunstancias que afectan la actividad del país de compraventa en el mercado externo, incluyendo los servicios que se le prestan a los actores no estatales, la directiva del Mincex puntualiza que se adoptaron una serie de alternativas con el objetivo de crear condiciones para disponer en el territorio nacional de aquellos suministros que son de uso cotidiano en los negocios.

Una iniciativa oportuna tomando en cuenta que la compra de insumos ha sido la principal demanda en la mayoría de los contratos (15 101), o sea, se ha pretendido importar más que exportar, repitiendo esa tendencia de la economía cubana.

De acuerdo con Herrera Cid, la actual política de comercialización de las empresas intermediarias (actualmente suman 63), permite entregar los pedidos “en el menor tiempo posible y cumplir con los contratos”.

Se trata de ventas en consignaciones o mediante el régimen de depósito aduanal, o sea, mercancías almacenadas en el país por empresas que realizan comercio exterior.

“Si tuviéramos un comercio mayorista abastecido, la situación sería otra”, enfatiza la directora general de Comercio Exterior del Mincex, quien asegura que “trabajar con las formas de gestión no estatal le ha permitido a la empresa estatal socialista estremecerse y dinamizarse, porque tiene que buscar una solución particular. No son grandes compras, sino entregas en pequeños formatos, con un cliente que tiene exigencias diferentes”.

Por eso, añade la experta, otro paso dado fue crear mipymes estatales dedicadas exclusivamente a ofrecer servicios de comercio exterior a las formas de gestión no estatal. “Con apenas meses de funcionamiento, han avanzado muchísimo, porque han buscado mecanismos ágiles”, subraya.

Hasta la fecha esos emergentes actores han tramitado seis contratos de exportación y 1 092 de importación.

Herrera Cid ilustra con dos ejemplos los cambios en los modos de hacer con el propósito de atender las demandas de los no estatales.

“A Solintel, importadora de suministros relacionados con la informática y la electrónica, le era complicado en un inicio porque las mipymes le solicitaban pequeños accesorios. ¿Cómo traer este tipo de productos en 20 o 30 días? Por eso esta empresa realizó determinadas inversiones para disponer de un stock, que le permite reaprovisionar a todos sus clientes, mediante una tienda electrónica que habilitó para esta actividad”.

La comercializadora ITH estableció el formato cash & carry, o sea, tiendas mayoristas en varias provincias, donde los clientes pueden comprar al por mayor.

Flexibilizar pasos y ganar agilidad

Si bien el escenario internacional, con pandemia y conflictos geopolíticos, ha impedido un desarrollo normal del comercio, esta situación “no justifica la inacción de algunas empresas”, considera la directiva del Mincex.

En entidades intermediarias “ha habido problemas en la tramitación. Algunas han sido más ágiles que otras, aunque es cierto que muchas han sufrido bajas en sus plantillas por la pandemia”, argumentó.

En cualquier caso, no se podría generalizar diciendo que las empresas han sido indolentes, sostiene Herrera Cid, y es un criterio compartido por el líder de la mipyme Ingenius SRL, Bernardo Romero González, uno de los primeros en concretar operaciones fuera de fronteras.

Para este emprendedor, quien acumula 10 años al frente de un negocio del sector de las tecnologías informáticas, en un inicio como cuentapropista y ahora como empresario privado, los tropiezos no son imputables a las personas que trabajan o dirigen en su empresa intermediaria (Softel), “más no pueden hacer por nosotros”, “siempre han puesto mucho interés”, “el problema está en las normas”, sobre todo cuando se trata de ventas online, donde no intervienen los costosos fletes.

Romero González cuenta las paradas que hay en el camino de la exportación. “Después de buscar y negociar con el potencial cliente, le decimos a Softel: ‘ya todo está listo, vamos a contratar’. Entonces Softel tiene que hacer un macuto de papeles que le exigen en Comercio Exterior.

“En caso de estar de acuerdo con el contrato, Softel debe ir al Grupo Empresarial para que se lo aprueben, y entonces allí te dicen que si le faltó una coma o que donde dice cliente vamos a poner comprador, y cosas así. En ese proceso nos hemos pasado hasta tres meses para poder firmar un contrato”.

El líder de Ingenius SRL, de más de 30 trabajadores, dice que para no perder clientes prefieren arriesgarse y hacer el trabajo en lo que se concluye el papeleo. “Muchas veces terminamos de dar el servicio y no hemos firmado el contrato, ni recibido el dinero”.

“Lo que sí no puede pasar es que le digamos al cliente, ‘espera dos meses a que estén los papeles del contrato’, porque lo perderíamos”.

Además de comercializar equipamientos, esta mediana empresa se dedica al desarrollo de software, cuya base es casi el 90% de clientes extranjeros.

“Hemos exportado e ingresado divisas, es cierto; pero el actual mecanismo frena mucho. Quizás para un contrato a largo plazo puede ser ese proceder, pero no cuando es algo más dinámico”.